Steampunk


Estética o subgénero, depende de cómo se mire. Según sus simpatizantes, es algo más que engendros mecànicos a base de chapa de latón, engranajes y restos de tuberías de cobre. 
Ayudado por Internet y las nuevas tecnologías, el Steampunk, hijo del Retrofuturismo, hermano del Dieselpunk y primo hermano del Cyberpunk, se ha extendido, ha madurado y está ya cómodamente instalado en nuestro nuevo mundo. 

En esa categoría, el muchacho ya puede sacar pecho y presumir. El Steampunk obtiene la pole position en las mejores casas de subastas y triunfa en los salones de los políticos. Cesta y puntos.

Nada más bonito que la infinita diversidad de variantes y de consideraciones posibles que existen para catalogar o definir cualquier obra de arte. Y en lo referente al Steampunk, éste no se queda corto.  

El Steampunk llegó a mí, gracias a una serie de TV de los 60, 70, llamada Jim West, desde entonces sólo hemos tenido breves encuentros. 




Pero dejémonos de romanticismos, salgamos silenciosamente del terreno del Arte, no sea que nos hagamos daño y volvamos a las tonterías para frikis que deben caracterizar un blog como éste. 


Fíjense que preciosidad de componentes ofimáticos que los artistas del ramo han creado y que un servidor ha seleccionado cuidadosamente para este blog, no sin gran esfuerzo e incluso abandono de mi cuidado personal.

Debido en parte a mi confianza en la inteligencia de mis perspicaces lectores, creo que no hace falta describir lo que es cada cosa.






















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