Hablar, leer, beber.


"Cuidaaaooooo paletos!, quitémonos denmedio, yeahh! que diría el Guti televisivo! Que si nos las prometíamos felices el otro día con el bueno de don Peñín, ahora vemos satisfechos que todo se puede arreglar, hay esperanzas de un mundo más “guai” y más glamouroso ¿Y quién podría superar a un entrañable señor de León?: Pues fácil, un señor de Francia. Vamos, lo que la mayoría define como “un francés”, pero no uno de esos simpáticos franceses que van por ahí con una roulotte y bebiendo Pernod, no, un francés auténtico!. Un perfecto y completito "connaisseur”: Monsieur Vincent Pousson, que así s’apelle este bloguero francés, chulísimo, diletante y vecino de Barcelona. 




En una de las entradas de su blog, da buena respuesta (en francés, bien sûr) a un artículo de vadevi.cat en que se habla de mi opinión como diseñador sobre el etiquetado de vinos en Catalunya y sobre un post del blog de José Peñín.
Yo soy más de discutir ruidosamente 
con una caña de cerveza goteante en la mano sobre quién la tiene más larga que de tomar un vino de 90 euros debatiendo sobre Baudelaire o Rabelais. Así de bruto soy y así de lejos estoy aún de apreciar debidamente las delicadezas del vino no ya francés, (lo que por sí solo es gravísimo, je suis désolé!) sino los propios (o los vinos “ibéricos”, como gustan decir algunos connaisseurs, digamos que para simplificar) Pese a mi natural, me gusta mucho el blog de Vincent Pousson. 


Dioniso, de nombre artístico Baco, Dios del Vino y excelente relaciones públicas.
Gran organizador de catas y bacanales.
(Caravaggio) 

Se refiere Pousson sin sorpresa al fervor de los habitantes y la prensa de Catalunya por sustentar y luchar como el perrito fiel de "La voz de su amo" , contra quien ponga en duda “le bien-fondé des sages décisions de ceux qui gouvernent la région barcelonaise." (la validez de las sabias decisiones de quienes gobiernan la región barcelonesa)  ¿barcelonesa? 

Una buena empanada, de entrada, porque no son los gobernantes los que toman las "sabias decisiones", sino el Parlament de Catalunya, que representa, que yo sepa, la voluntad de la mayoría de los catalanes en materia no ya de vinos sino de normalización lingüística, pero él, como señor que a lo peor está sólo de paso, tiene bastante con saber de vinos, lo que le excusa. Ah, no, perdón, sí que le motiva la política, porque en otra entrada deja clara su posición política al comparar la ley de normalización lingüística del catalán con una "épuration ethnique". Anda!





Más adelante se anima a apoyar a don José Peñín repitiendo esas palabras mágicas que unen a los Pegnines y Pousson du monde: “No dice tonterías Peñin […] al burlarse de la obligación a que los catalanes escriban sus etiquetas en el idioma regional (una mínima decena de millones de hablantes) a pesar de que pueden hablar español, y siendo naturalmente, entendido por quinientos millones de personas en todo el mundo”



Lugar en donde se aprueban algunas de las leyes que afectan a los catalanes


Vamos, que Monsieur Pousson vive rodeado de memos que se dan de hostias por invitarle a libar buenos caldos, mientras insisten en tirar el dinero imprimiendo etiquetas en catalán! Aplicando su teoría, no entiendo porqué no se imprimen las etiquetas en chino mandarín, idioma que supera todos los récords y "grandeurs". Y no sé si es que no se entera o se hace el tonto o nos toma por tontos: porque nadie obliga al productor (y mucho menos a los catalanes, como dice él) a etiquetar una botella que deba venderse fuera del territorio catalán. Pero éste debe ser un detalle de esos que según Pousson sólo alimentan las discusiones estériles. Residir en Barcelona le permite conocer de primera mano nuestra ciudad y nuestros defectos como el de alardear de nuestra superioridad, (lo que dicho por un francés, es cuando menos para echarse unas risas) o el de casarnos entre primos o el de llevar siempre erizos en el bolsillo... :) Lo peta. :)


Glamour escatológico pillado on the fly


Pero lo que de verdad, verité, ha chinchado a Monsieur le connaisseur, es en esencia la demoledora frase del titular de Vadevi.cat: “En Catalunya hacemos las etiquetas de vino mejor que nadie”. Una frase burda y presuntuosa, pronunciada por un servidor en un subidón de cordialidad con el amable periodista de Nació Digital, Jordi Palmer. Un simple arrebato de autoestima, de esa que casi no queda ya en Catalunya como consecuencia de una constricción social inveterada, va y provoca la befa y la mofa del diletante. La autoestima la debieron inventar los franceses y ahora resulta que M. Pousson no puede irse a dormir sin rebuscar entre la basura etiquetas de cavas verbeneros catalanes. ¡Uy!, ¡nos han pillado!  ¡Pero qué listo es el sibarita! Pues vale, ya está contento, también hacemos etiquetas malas.


En todas partes cuecen habas. Mmmm, ¡Hello Kitty Wine!


Insiste, no sin cierta razón, en que de nuevo una reivindicación lingüística de los catalanes pierde efectividad al empeñarse Vadevi.cat o Nació Digital en emplear a tal fin el catalán, una lengua regional que casi nadie entiende, con impacto limitado. Pues aquí tiene usted mi reivindicación, en castellano normativo internacional UTF-8. 

Se lamenta de que la discusión gire en torno a cuestiones menores como las “proezas” gráficas y da la razón a Don Pegnin sobre la tendencia “Diseño”, criticando un supuesto abuso de poder de las agencias y estudios sobre el etiquetaje de vinos y recomendando dedicar nuestro tiempo a aquello que se encuentra en la botella, el puro vino. Chapeau, monsieur!. Dígaselo tambien a los que siguen la tendencia “intruder” o “sobrinos del dueño”.  Lo normal será que siendo yo diseñador y opinando como diseñador en mi blog, la discusión gire en torno a las hazañas gráficas e incluso a lo que me dé la gana. Digo yo. Otra cosa es que Vadevi.cat o Vincent Pousson sean libres de seguirme o no la corriente. 

Sarkozy dijo una vez siendo presidente: "Francia es y debe seguir siendo el país de referencia en el mundo del vino", seguramente lo soltó como yo, en un arrebato de autoestima, pero en público y con más elegancia. Y ebrio no creo que estuviera. :) Todo esto me recuerda cosas y al igual que monsieur Vincent, también tengo una anécdota con moraleja: la de una chica francesa, monitora deportiva, guapísima, pero cortita ella, que conocí en mi juventud en un camping y que me dijo: "las francesas, somos las chicas más dulces, hablamos el idioma más dulce del mundo y besamos mejor que nadie...". Ella estaba convencida de que era cierto... siempre me río recordando aquello ;) Me gusta el vino, pero lástima, mi nariz y mi lengua no están a la altura de mi entusiasmo, no todos tenemos la suerte de haber nacido en el país de referencia. Tampoco mis bolsillos están como para escribir dos posts diarios en un blog y pimplarme cada día unos vinillos de postín. 

Creo entender en el consejo y reflexión final de M. P. que "deberíamos concentrarnos, en el mensaje que el viticultor (en mi limitada y burda visión de diseñador, el cliente) quiera transmitir a través de su trabajo como productor, el sentido de su idea...", por supuesto que sí, pero sin olvidar los valores que pueda aportar la marca. Debe saber M. Pousson, que además de eso, los diseñadores también debemos concentrar nuestra atención en el valor de la marca y por otro lado en el receptor del mensaje, o sea en aquellos que acaban sosteniendo la botella en el restaurante, en la tienda o en casa y leen la etiqueta. Nadie ha dicho que sea fácil, supone un gran esfuerzo y el resultado no siempre es satisfactorio ni responsabilidad exclusiva de una sola persona, pero merece la pena creer en que aquello que hacemos lo hacemos mejor que muchos. Quizá así detengamos el proceso de empequeñecimiento social en que estamos metidos. Aunque molestemos un poco a los Pousson.

Ejemplo práctico de un proceso de comunicación visual.
El mensaje (siempre fieles a tu memoria) del cliente (enólogo)
el valor de la marca (España), un lema (Una, grande, libre)
y la satisfacción del consumidor (Arriba España!)

No sufra, monsieur Pousson, tengo muy presente la relación entre el vino y una cultura, una tierra, unas costumbres, una lengua, una tradición y unos hombres que hablamos, leemos y bebemos. 


Pour votre santé.  



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