Etiquetaje universal


Ayer cayó en mis manos el blog de José Peñín, que para quien no lo sepa es una autoridad mundial en el asunto de la calificación de vinos y una eminencia altísima entre los expertos en vinos, viñas, viñedos y bodegas con nombradía. Como él mismo dice en la introducción de su blog: "es el escritor más prolífico de habla hispana y uno de los periodistas más experimentados de nuestro país en materia vitivinícola". Por si fuera poco es el creador de la Guía Peñín, una referencia mundial en lo que a vinos se refiere. Diseñador gráfico no es, y sin embargo está en mi blog. ¿qué pasa? Pasa que a pesar de ser yo diseñador gráfico, me gusta el vino y me lo suelo beber, aparte de mirar la etiqueta. Pues bien, resulta que la última entrada del blog de Peñín, la dedica al etiquetaje. De vinos, claro, (packaging, más o menos) y la titula: "La triste historia de la etiqueta española (I)". Vaya! siempre he tenido un gran interés y afición por las etiquetas de vino y como tantos otros frikidiseñadores, me he dejado las pestañas en las bodegas escudriñando y analizando etiquetas de vino, para después obviamente trincarme el vino sin mala conciencia visual. Así que leí el blog.  




Etiqueta del Estudio de Xavier Bas para Costers del Segre


El artículo empieza muy bien, con una obviedad de tamaño como que: “El principal pecado de gran número de las etiquetas españolas es su difícil lectura y comprensión y no digamos del diseño, al ser un producto de creadores artísticos a espaldas del producto, en  vez de diseñadores especializados en la proyección de marca” es obvio pero mola, al menos como refuerzo de la autoestima al criticar a los advenedizos, de forma que mi entusiasmo aumenta ya con el primer y segundo párrafo en que defiende el trabajo de los profesionales del diseño y manifiesta su oposición a la contratación del artista eventual, Peñín habla también del escaso interes de los bodegueros por la proyección de la marca a través del packaging y el branding.
Aún sabiendo estos que el primer distintivo que el consumidor conoce de un vino es la botella y con ella la etiqueta, prefieren invertir en tecnología productiva y en mejorar la calidad del producto creyendo que esto facilitará las ventas. "Craso error" dice Peñín, pues ya hay estupendos vinos por doquier. 

Mis niñitas preferidas, ambas del Estudio de Xavier Bas


Se muestra contrario a la frase "voy a crear una etiqueta diferente, pues la mayoría de las etiquetas son iguales", argumentando una supuesta función de la etiqueta como instrumento comercial del vino adaptada a una (también supuesta) regla de los equilibrios. Confieso que a pesar de mis muchos años como diseñador gráfico, no conozco tal regla, aún así preferiría acogerme a la regla básica de diferenciar la etiqueta de tu vino de las otras etiquetas para evitar el impulso de compra del vino de la competencia, incluso a la burda y elemental regla básica de que tu etiqueta sea la más atractiva y legible de entre todas las etiquetas.
A continuación, el autor inicia un breve y poco profundo repaso a la evolución del diseño vinícola (envase, botellas, funcionalidad, etiquetas) correcto, pero dejando de lado, como era de esperar, el vino envasado en tetrabrik o en los modernos bag-in-box.  


Bag-in-Box, con su correspondiente tapón-grifo que se suministra aparte. 


Al llegar a los ochenta y con un servidor babeando con el momento en que por fin hablará del diseño catalán de etiquetas y de p.e., el mítico diseño de Josep Maria Civit (Taula de Disseny) de finales de los 70 para los primeros productos del Cava Raventós i Blanc, o de los diseños de otro de los integrantes de Taula de Disseny, Xavier Bas, creador de etiquetas de vino magistrales, ya no por la calidad del diseño sino por la importancia de los bodegueros que confiaron en él como Tomás Cuisiné, Raventós i Blanc o Alvaro Palacios. O de Fernando Gutiérrez, creador del estudio barcelonés 'Gráfica', más tarde con estudio propio en Londres, en donde creó obras maestras como la etiqueta del Dehesa Gago, de la Compañia de Vinos Telmo Rodríguez, siendo todos ellos y otros muchos, piezas fundamentales en la evolución de esta (antaño humilde) disciplina del diseño.




La referéncia histórica, el punto de no retorno en el diseño de etiquetas



Pero no, Don Peñín no regala ni una palabra sobre tan interesante asunto y pasa de puntillas diciéndonos que "los catalanes fueron los primeros en adoptar el estilo europeo, aunque sin un estilo determinado". (?) Vamos, que copiamos un estilo pero sin estilo. ¿Y eso cómo se bebe?. Tal cosa no me parece una desconsideración sino tan solo una muestra leve de ignorancia por parte de quien se autoerige como "el más importante creador de corrientes de opinión en torno al vino" y de quien se ve también incapaz de valorar el impulso que los estudios de diseño gráfico y los bodegueros catalanes conjuntamente han proporcionado a este, (ahora importante) sector de la comunicación visual en los últimos diez años.




Dehesa Gago, compañía de Vinos Telmo Rodríguez, del diseñador Fernando Gutiérrez
y Vilosell de Tomás Cusiné del diseñador Xavier Bas. 

Estudios de diseño gráfico catalanes como Salvatore Adducci, Dorian, Lluis Serra, (Laus de oro 2009, con la linea gráfica de las Bodegues La Vinyeta), Joan Josep Bertran, Estudio Atipus, (Laus de Oro 2011 con la etiqueta para el Mas Roig), Bendita Gloria (Laus de oro tambien 2011, con las etiquetas de Casa Mariol)  Macabeus, Rosa Lázaro, etc., son algunos de los estudios y profesionales que José Peñín podría haber tenido en cuenta, pero toda esta omisión no alcanza la categoría de ofensa, ni siquiera desatención al diseño gráfico, (ya no catalán, también español, por cuanto estudios de otras zonas de España como Moruba, Spanish White Guerrilla o el valenciano Daniel Nebot han aportado grandes trabajos al etiquetado de vinos) sino porque a don José le excusa su absoluta ignorancia en cuanto a diseño gráfico se refiere, ni tiene por qué estar al corriente de lo que se premia en los Laus.




Mas Romaní de Font Rubí, Alt Penedès. Del estudio barcelonés Dorian.


Sin  embargo... (siempre hay sin embargos), don José no pierde una buena oportunidad para lanzar una sutil carga de profundidad y dar rienda suelta a ese anticatalán que todo buen español que se precie lleva dentro, cuando más adelante nos cuenta lo siguiente. Incluyo el párrafo entero:

"Sin embargo, las autoridades autonómicas “invitaron” a traducir al catalán algunas de las etiquetas ya consolidadas y “obligaron” a las nuevas a incluir texto en este idioma y la utilización de vocablos con apóstrofes de difícil lectura para el consumidor universal. Todo al revés, en vez de buscar caminos fáciles para la exportación, se inició una carrera de reivindicación política de la lengua catalana que solo sirvió para aumentar, solo ligeramente, el consumo en Cataluña y bajar en el resto de España" 

¿Cómo? Silencio... mmm... no se cómo se escribe el silencio, pero uno se queda mudo después de leer semejante atrocidad y no lo digo porque don José no sea precisamente Valle Inclán a la hora de escribir, no, lo digo, porque lo que cuenta es mentira y de tanto mentir acabaremos creyendo que la tierra es plana y que Dios creó a Adan y Eva. 
Y de la ignorancia dañina pero cándida, hemos pasado a la mentira maligna, porque hasta la fecha, sólo los productos con denominación de origen, denominación comarcal, o denominación de calidad estan obligados al etiquetado en catalán, pero limitándolo estrictamente a los artículos distribuidos en el territorio catalán. Lo que significa que si don José ha visto una botella de vino en Santa Colomba de la Vega (León), su lugar de nacimiento, etiquetada en catalán y compartiendo estantería con un buen Bierzo, será porque el bodeguero así lo ha querido, no porque las autoridades hayan emprendido la carrera de la reivindicación política de la lengua catalana.
La segunda mentira es que si cree que el etiquetado provoca un descenso del consumo en España, que lo demuestre, porque tampoco es cierto. Los bodegueros catalanes pueden ser muchas cosas menos tontos y si distribuyen sus productos etiquetados en catalán en otras regiones, será porque no les va mal y de paso ahorran costes, a menos que los personajes influyentes como el Sr. Peñín sigan en lo suyo, o sea con las veladas llamadas al boicot con martilleante y cansina insistencia. De modo que gracias por su interés,  pero huele a paternalismo. Todo al revés dice don Peñín, si señor, todo al revés, en lugar de hablar de los vinos y el diseño catalanes y propiciar su aprecio o fomentar el consumo, estocada que te crió, que eso si que vende. 

Y por último, pero no menos atroz, el uso impropio de la palabra "apóstrofe", cuando se refiere sin duda a "apóstrofo" en castellano, (Apòstrof en catalán) que es ese signo ortográfico volado parecido a una comilla, que en catalán, (además de francés, italiano, etc., idiomas que no deben gozar de la universalidad que pretende Peñín) permite la elisión de una vocal para evitar un feo encuentro con la vocal inicial de otra palabra. "Apóstrofe" es una figura literaria que nada tiene que ver con todo esto, se pasó usted de frenada y de listo. 


Auguramos un vuelo gallináceo en lo universal a este pobre vino francés.



Es decir, que no sólo hace un ridículo puramente formal al desconocer su propia lengua el Sr. Peñín, como tantos otros que se vanaglorian de la exclusividad y universalidad de un idioma que ni siquiera conocen bien y en el que yo mismo escribo este post, sino que condena implícitamente a la consonante que media en su propio apellido al estricto ámbito de lo hispánico. Ya que, no creerá el susodicho, que la letra "Ñ", por decir una letra de su apellido con presencia además en la mayoría de las etiquetas de vino españolas, goza de gran aceptación entre el consumidor universal. La "Ñ", ni siquiera existe en la mayoría de los teclados de medio mundo, pero para el señor Peñín és más dificil encontrar un "apóstrofo" en el universo que una "Ñ" y para colmo de colmos le resulta más fácil escribir, leer, comprar y catar "Château Lascombes", con su acento circunflejo y todo, (se puede leer en su blog) que "L'Ermita" a pesar de haber sido este vino bautizado por un paisano suyo, como es don Álvaro Palacios hijo y a pesar de que la cosecha del 94 se cotiza ya en todo el universo a 600 euros la botella. Lo que son las cosas. Lo que es la pedantería y lo que es el catetismo ilustrado o sea sin boina y con "gafas del cerca", que viene del frío. Y ni siquiera me da la risa.  





L'Ermita, un apóstrofo caro de cojones, algún dia lo probaré, fijo.



Esto me recuerda el caso o quizá leyenda urbana de cierta señora de las de "gafas del cerca" que al quejarse de un artículo comprado en un Corte Inglés de Madrid por estar etiquetado en catalán, la dependienta le respondió que no era catalán sino portugués, a lo que la señora contestó: "ah, bueno, entonces vale, me lo quedo".

Ya sabemos el final de esta peli, don Peñín se asombraría de mi disgusto por un detalle tan nimio, total, sólo es un apóstrofo y es innegable que habláis raro, diría con una sonrisa, apelaría al victimismo atávico de los catalanes, a una piel demasiado fina e incluso diría que pretendo imponerle el conocimiento o uso del catalán. Cualquier cosa antes de reconocer que su nimiedad es un completo agravio, producto de un rencor secular y una desconsideración a una lengua tan universal como pueda ser la suya. Todo al revés. Porque quienes creen que los catalanes hablan raro y que suenan mal, son los que también dicen con toda la ingenuidad y tranquilidad del mundo, que todos los chinos se parecen, ya que nunca los miran de uno en uno y de cerca como hace don Peñín con los vinos, pero en cambio no gusta de hacer con los idiomas de los demás.

Ante un panorama como el que este respetado y aclamado experto en vinos nos deja entrever, no se atisba solución, porque de momento en Catalunya, con sus catalanes, sin importar credo político, no veo la más mínima intención de cesar en el maldito empeño de tocar los cojones al resto del mundo con su dañina y perniciosa afición a hablar esa lengua carente de universalidad. Mientras que en España, con sus españoles, sin importar credo político, tampoco veo el más mínimo intento por respetar la pluralidad cultural y el derecho al uso y normalización de las lenguas pequeñitas. Así que mal asunto y a ver por dónde y cuándo empezamos o a una cosa o a la otra.

Lo que escribo en la lengua de todos los españoles del sacro y santo Reino de España, soportando el calor infernal de un retrete, en una sucia y ruidosa taberna portuaria de la Barceloneta, con la notable sospecha de que la implacable policía política de la Generalitat, verdugo de la lengua castellana, está a punto de darme caza,… debo apresurarme antes de que confisquen mi libro de notas electrónico, a 24 de junio de 2012, festividad de San Juan el Apóstol.







7 comentaris:

  1. Excelent article. Enhorabona.

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  2. Sublim! Gràcies per fer-me pujar més l'autoestima per ser català.

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  3. L'autor ha eliminat aquest comentari.

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  4. Gràcies a vosaltres, faltaria més, sento que no s'hagin publicat els comentaris abans. No és censura, ho tenia bloquejat per evitar els cafres i sóc fora de Catalunya i d'Espanya intentant guanyar-me la vida. Salutacions.

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